Cuando pensamos en la palabra “sodio” es probable que el concepto “sal” nos venga a la cabeza e incluso que a veces, ambos términos los empleemos indistintamente, sin ser conscientes de que existen diferencias entre ellos. Desde el punto de vista químico, la “sal” se conoce como cloruro sódico. El “sodio” es un componente de la “sal”, ya que un 40% de la “sal” es sodio y el otro 60% de la misma, es cloruro.
El sodio es esencial para el crecimiento y el desarrollo de nuestro organismo. Es un mineral que el organismo no puede sintetizar por sí solo, por lo que debemos ingerirlo a través de la dieta. Todos los alimentos, tienen en mayor o menor medida, una cantidad de sodio determinada.
La sal común se añade a los platos por varios motivos: para que la comida tenga más sabor, para que los alimentos que vamos a cocinar suelten el agua que llevan en su interior, como método de conservación de alimentos, para deshidratarlos o modificar su textura, etc.
La cantidad diaria recomendada de sodio, varía en función de diversos parámetros como la edad, si hay presencia o no de hipertensión arterial (en este caso, se restringe el consumo de sal), si la persona tiene retención de líquidos (las mujeres solemos tener mayor retención de líquidos que los hombres), el uso de diuréticos, etc. Se estima que alrededor de un 77% del sodio total consumido por los americanos, es añadido durante el procesado y la elaboración de los platos; mientras que sólo un 6% se añade durante la comida (Mattes et Donnelly, 1991).
Los datos procedentes de las encuestas llevadas a cabo durante el tercer programa de alimentación saludable de EEUU (NHANES III) indicaban que la ingesta media de sodio de hombres y mujeres de edades comprendidas entre los 31 y los 50 años, eran de 4,300mg y de 2,9000 mg al día, respectivamente. Aproximadamente al 95% de los hombres y el 75% de las mujeres superaban las ingestas de sodio recomendadas.
En nuestro país, el consumo de sal está por encima de la cantidad diaria recomendada. El abuso de consumir alimentos ricos en sal, el contar con la sal como ingrediente “básico” en numerosos platos de nuestra gastronomía y la costumbre se usar siempre la sal de mesa, contribuye a que el porcentaje de hipertensos en España sea cada vez mayor.
El sodio se encuentra directamente relacionado con la cantidad de calcio de nuestro organismo, mineral que puede ayudar en la prevención de la osteoporosis, de algunos problemas relacionados con el crecimiento de los huesos, etc. La eliminación de ambos minerales ocurre conjuntamente, de forma que si existen niveles elevados de sodio en orina, se produce una mayor liberación de calcio (Massey et Whiting, 1996).
Por otro lado, los deportistas son personas centradas en la práctica de ejercicio físico y en la participación de competiciones y por tanto, requieren de un aporte de vitaminas y minerales adecuado, antes y después del ejercicio.
Todo esto nos hace pensar que el sodio es un mineral importante, por lo que debemos controlar su ingesta. Para ello, el estar bien hidratado es esencial, dado que este mineral se solubiliza en el agua que ingerimos. El contenido de sodio en el agua, también debemos tenerlo en cuenta a la hora de valorar cuánto sodio consumimos al día. Un ejemplo claro de un agua mineral que reúne estas características es el caso de Agua Sierra Cazorla, ya que presenta un bajo contenido en sodio (1,26mg/l) y es rica en calcio (78,6 mg/l).
Me llamo Elena Sánchez Campayo y soy diplomada en Nutrición Humana y Dietética. Actualmente estoy trabajando en mi tesis doctoral enmarcada en el campo de la nutrición. En este blog pretendo daros ideas lo más claras y prácticas posibles, a través de artículos semanales, testimonios y un chat que tendremos una vez al mes, para resolveros las preguntas que queráis, en relación a los temas que iremos tratando.